No me creía que por fin fuera de nuevo a dormir en una cama, o al menos en algo parecido. Quedaban tan solo unos metros para llegar y aunque no podía más y mis pies me estaban matando, solo pensaba en dormir. En cuanto a Eric; me sentía mal utilizándolo, pero no podía fiarme de él todavía y necesitaba saber más cosas sobre Salzar; ir al Reino de Shelden sería una buena ocasión para sacarle información poco a poco, hacer tiempo para pensar en cómo llegar hasta el Reino de Notham y plantear qué contratiempos podrían surgir.
- Eric, ¿a quién pertenece esta cabaña? – pregunté mientras él entraba ágilmente por una de las ventanas. No contestó.
- Eric? Estás ahí? – Volví a preguntar. Hacía varios minutos que había entrado y estaba empezando a sentirme incómoda. Había algo que no estaba bien allí; estaba sola en el bosque y sentía que alguien me observaba, tal y como me pasó aquel día con Lauren en la tienda de campaña. Estaba asustada.
- Eric por favor dime algo! – Los minutos pasaban y comenzó a hacer más frío; estaba anocheciendo.
- Espera un minuto Eryel. – Cuando contestó tras la puerta, el corazón me dio un vuelco. “Qué alivio”. Pensé.
- Ya está, siento haber tardado tanto, mis transfiguraciones no suelen ser tan largas… -Dijo mientras abría la puerta.
Iba a replicarle, solo que cuando lo vi allí apoyado invitándome a entrar no supe qué decir. Estaba tan sucio y magullado antes de convertirse en pantera que ni siquiera advertí lo guapo que era. Jamás había conocido a una persona que tuviera los ojos grises y debo decir que hipnotizan bastante. No sé por qué fue, si por sus ojos o por su sonrisa de idiota; pero al instante sentí que lo conocía de algo. Mi madre siempre decía: “Lo que parece ser bueno, no siempre lo es”. Sin duda continuaré haciendo caso a ese consejo.
- Vaya… no te recordaba tan… limpio. – Dije mientras entraba muerta de frío en aquella cabaña. Segundos después la puerta se cerró detrás de mí. Tras dejar el saco en el suelo y quitarme las botas, observé detenidamente la cabaña, aunque más bien era una casa y bastante grande por cierto. La decoración era perfecta, al menos para Dos Lunas; seguramente quien hubiera vivido allí habría sido alguien importante. No se parecía nada en absoluto a la casa de Lauren. Esta, a pesar de estar llena de polvo, tenía un mobiliario muy decente y recargado, a diferencia de la de Nora que era más campesina.
- En cuanto a tu pregunta; esta “cabaña” o casa como tu bien la quieras llamar, perteneció a la difunta hija de Cirio Di Delintov, primer rey de Dos Lunas.
- Pero Cirio no tuvo tan solo un hijo, al que cedió uno de los 7 Reinos?
- No exactamente. Cirio tuvo también una hija; Cynthia, así se llamaba. – Dijo mientras cogía de un arcón viejo y oxidado dos mantas marrones.
- Y qué hacía esa tal Cynthia en una casa en medio del bosque? – pregunté extrañada.
- Verás, esta zona del bosque es uno de los territorios más seguros de Dos Lunas; se dice que bajo estas tierras existe un pasadizo que conecta con cada uno de los 7 Reinos y que una vez que alguien entra nadie más puede hacerlo hasta que el túnel esté vacío, resultaría bastante útil en caso de problemas o si hubiera necesidad de escapar de algo o de alguien. Nadie sabe dónde está, así que, es todo un misterio. Cuando el primer viajero llegó, Cirio mandó construir a las brujas y a algunos de sus siervos esta casa, con el fin de proteger a Cynthia. Supongo que ya sabes la historia del primer viajero y de la división de Dos Lunas, ¿no es así?
- Sí, me la contó Lauren, el muchacho con el que has hablado antes, el que iba en ese caballo blanco. ¿Nunca habéis intentado encontrar el pasadizo?
- Claro que se ha intentado. Durante años han venido aldeanos, soldados, caballeros… muchísimas personas para intentar descubrir su paradero. Pero también se dice que las brujas que ayudaron a construirlo, formularon un hechizo que lo ocultaría a todos aquellos que no fueran dignos o que no necesitaran realmente utilizarlo para protegerse.
- ¿Y qué pasó con la princesa?
- Desapareció. Todos piensan que continúa en ese túnel. Su hermano Claudio, mandatario del reino de Delintov desde la muerte de su padre Cirio; jamás ha venido aquí a buscarla. No preguntes el por qué, nadie lo sabe. De todos modos si ella continuara en los supuestos túneles, lo más probable es que ya no siga con vida. – Contestó. Había permanecido de pié escuchando con atención cuando me di cuenta de que había un gran y cómodo sofá a mis espaldas, sin pensármelo, me dejé caer.
- En ese sofá hay más que polvo, por si quieres saberlo.
- A estas alturas como si me presentas a un cerdo volador, no me asustaré lo más mínimo. – Mientras pronunciaba estas sabias palabras, algo parecido a un “alien” recorría el cabecero del sofá. Era un bicho enorme y peludo, ocho patas y cuatro ojos asquerosos. Estaba a medio metro de mi cara. Eric me miró y después miró a aquel bicho.
- No se te ocurra mover ni un músculo. No hables, no sonrías, no grites, NO TE MUEVAS. – Me advirtió. – Esa cosa, es una “Sendra”, una especie parecida a las tarántulas venenosas. Si te pica, su veneno te paraliza unas horas hasta que comienzas a tener dificultad para respirar; tus pulmones se encharcan de sangre y en un abrir y cerrar de ojos, MUERTA. – Desearía por todo el oro del mundo que no me hubiera contado ni la mitad de esa información.
- Ahora, voy a acercarme muy lentamente, no quiero que te muevas ni que digas nada. – Mientras se acercaba a mí con sigilo, aquel bicho asqueroso continuaba caminando hacia mi cara. No tenía ni idea de lo que iba a hacer para quitármelo de encima, pero esperaba que lo hiciera rápido.
Eric estaba a medio metro de mí.
- Te explicaré lo que vamos a hacer. Vas a incorporarte muy lentamente sin hacer ninguna clase de ruido ni mueca. No gires la cabeza y por lo que más quieras no corras cuando te levantes del sofá. Cuando te hayas levantado, yo me pondré delante de ti, lo demás ya lo verás. Cuando cuente tres. 1… 2… y 3.
Poco a poco levanté mi espalda del respaldo y apoyé las manos en el borde del sofá. Cuando estaba a punto de pisar el suelo Eric me cogió y me trasladó al otro lado de la habitación. Todo pasó muy rápido, ni siquiera sé como lo hizo. Cuando me di la vuelta, había levantado el sofá. El problema no era aquella pequeña tarántula; el problema es que ese tamaño era el más pequeño, la madre y las hermanitas estaban en un agujero debajo del sofá.
- Eryel! Detrás de ti hay un pasillo, necesito que hagas fuego! Al final del todo hay una antorcha, está llena de aceite y sólo necesitarás prenderla! Date prisa! – Empecé a correr sin saber qué era exactamente lo que tenía que hacer. Era la primera vez en mi vida que encendería una antorcha y estaba de los nervios. Cuando estaba a punto de llegar advertí que en mi bolsillo había metido uno de los mecheros de Carlos. Se lo dejó en mi casa la última vez que lo vi, sí, fue hace mucho tiempo e iba a devolvérselo cuando lo viera de nuevo en clase. Esperaba que todavía funcionara. Lo saqué de mi bolsillo y recé con todas mis fuerzas. FUEGO. Prendí aquella antorcha y fui corriendo de nuevo al salón.
- Eric! Cógela! - No tuve otra idea que lanzársela por el aire. La cosa se ponía fea y yo comencé a asustarme. Jamás había visto nada como aquello, ésos bichos eran enormes. Cogió la antorcha al vuelo y comenzó a espantarlas. Las “Sendras” no parecían tan peligrosas cuando había fuego de por medio. Poco a poco fueron desapareciendo. Salían hacia el bosque ahuyentadas por el calor. Me sentía inútil, noté como la pierna izquierda de Eric cojeaba, no entendía como todavía conseguía ponerse en pié si cuando se la vi por primera vez parecía estar rota. A penas quedaban arañas cuando cayó al suelo.
- Eric! Estás bien? – Le dije mientras lo separaba cuidadosamente de aquellos bichos. Antes de contestar, se levantó del suelo.
- Sí, estoy bien. – Contestó cansado mientras me daba la espalda. Es la pierna, en mi forma no humana caí desde una rama muy alta y creo que me la rompí. Cuando soy pantera duele bastante menos y puedo caminar con facilidad, pero cuando me vuelvo humano, la cosa cambia. Tranquila, mañana por la mañana estaré mejor.
- Gracias por quitarme de encima a esos bichos.
- De nada. Aunque si no hubiera sido por ti, habríamos dormido junto a un nido de “Sendras” así que gracias también. – Dijo mientras tapaba el agujero con un tablón de madera.
- No habrán más no? – pregunté.
- No lo creo, pero sería conveniente que revisáramos todas las habitaciones por si acaso. Yo empezaré por la derecha.
- Cómo que: “Yo empezaré”. No pienso inspeccionar ninguna habitación yo sola Eric. – dije asustada.
- Está bien ven conmigo. – Desistió. Aquel pasillo por el que antes había pasado para coger la antorcha, era bastante largo. En él habían tres puertas. Nos paramos delante de una de ellas y Eric la abrió cuidadosamente. Estaba oscuro aunque se diferenciaban los muebles y las rendijas de las ventanas. Encendimos dos antorchas más que habían en el interior de aquella habitación. Era el comedor. Una mesa enorme y elegante con seis sillas de madera presidía la estancia. No parecía haber nada allí.
- Esta está limpia. – Dijo Eric satisfecho. Repetimos el mismo ritual con cada una de las habitaciones. Las dos restantes eran dormitorios. Uno de ellos supuse, el de Cynthia. También había una habitación contigua al salón repleta de estanterías llenas de polvo y libros viejos.
- Bien, todo en orden. No es gran cosa pero sin duda es mucho mejor que dormir en el bosque.
- Tranquilo. Me las apañaré. – Contesté mientras me fijaba en la enorme chimenea que había en la pared frontal del salón. - ¿Podemos encenderla verdad?
- ¿Quieres que medio Reino de Liser descubra nuestra posición? No podemos encender la chimenea, se supone que nos estamos escondiendo. Cuatro kilómetros al este se encuentra la aldea amurallada de Liser. Son aliados de Deltor así que supuestamente no deberíamos preocuparnos, aun así si las aldeas están amuralladas es por una buena razón. Así que si no quieres que nos maten, pasaremos un poco de frío. - Entendía la situación en la que nos encontrábamos pero me iba a dar una lipotimia tarde o temprano. Me temblaban los pies y tiritaba. Mi pelo continuaba húmedo de la lluvia y tenía las manos y los pies repletos de barro.
- Lo único que podemos hacer para que entres en calor es taparte con estas mantas. – Dijo mientras me enseñaba las mantas que había sacado antes de aquel arcón.
- Puedes mirar si tiene algún bicho raro del que tenga que preocuparme por favor?
- No tienen nada Eryel. Este baúl lleva cerrado no sé cuantos años. Ni siquiera están llenas de polvo como prácticamente todo lo demás. Dormiremos en la habitación de las estanterías hay dos sillones bastante amplios y una cama más o menos en condiciones. Además está cerca de la entrada, si alguien se acerca por aquí, lo sabremos. – No se imaginaba cuanto me tranquilizaba lo que acababa de decirme. Genial si vienen a matarnos, lo sabremos antes. Habíamos alumbrado prácticamente todas las habitaciones así que cogí las mantas y las llevé a aquellos sillones. Me tumbé y apagué una de las antorchas, nunca me ha gustado dormir con luz por tenue que fuera. Escuché como Eric tapiaba la puerta de entrada con tablones de madera y con uno de los armarios que había en el salón. Más tarde se dirigió donde yo estaba para acostarse. Tenía el pelo negro y corto, pero alborotado; no estaba muy moreno y era poco más alto que yo. Me sorprendí al ver que no había cogido ninguna de las mantas así que no pude evitar preguntar.
- No vas a tener frío así Eric?
- Tranquila, las panteras lo sobrellevamos bien y tú necesitas esas mantas mucho más que yo. Estaré bien.
- Buenas noches Eric. – Le dije.
- Buenas noches. – Respondió. Estaba incómoda allí, aun dentro de la casa, sentía aquella presencia observándome. No podría dormir.
***
Había preguntado a todo el mundo, y Carlos continuaba sin aparecer. Sus amigos parecían estar cubriéndolo, porque estaba segura de que sabían algo que no querían decirme.
Acababa de terminar el recreo y después de la clase de Economía en la que había hecho un examen que por cierto, me había salido bastante bien, me tocaba alternativa. Esa hora siempre nos la saltábamos así que aproveché para ir a casa de Carlos ya que estaba bastante cerca del colegio.
***
Tenía todo preparado. Estaba de los nervios por que llegaran las 14:00 e Irene tocara a la puerta. Todavía tenía que empaquetar el regalo así que…
DIN DON!
- Carlos!!! Estás ahí?!!
DIN DON!
- Te llevo buscando todo el día, estás bien?
Me sobresalté. Mierda, era Irene.
RINGGGG! RINGGG!
Y ahora el teléfono, se puede saber qué es esto? No podía abrir la puerta, pero si no lo hacía y tampoco contestaba, Irene llamaría a mi madre y se liaría parda. Sería mejor sin duda responder al teléfono mientras pensaba qué hacer.
- Sí?
- Carlos! Irene va hacia tu casa nos acabamos de dar cuenta tío, lo siento! – Dijo alterado,
- Jorge, ya me he dado cuenta, gracias por avisar! Está tocándome al timbre! LUEGO TE LLAMO.
- Suerte tío. – Colgué
Vale, le diría que tengo gripe y que no puedo salir. Sabría que es una excusa barata ya que siempre las inventamos juntos pero no podía abrirle la puerta o la sorpresa se iría al traste.
- Sí! Estoy aquí enana! – Dije mientras fingía toser.
- Voy a matarte! Por qué no me has llamado? Abre la puerta anda.
- Estoy con gripe cariño, no puedo abrir la puerta, ven esta tarde vale? – No iba a colar, me conocía como si fuera mi madre. Esperaba que no se enfadara conmigo.
- Carlos, no me lo trago. Nos conocemos ehh.
- De verdad, confía en mí y ven a las 14:00, así me cuidas es que me has pillado en el sofá. Siento no haberte avisado. - Me asomé por la ventana de la puerta para verla. – Vendrás verdad? – Le dije poniéndole ojitos. Resopló.
- Tienes un morro que te lo pisas! Que sepas que esta tarde tenía peluquería y me la voy a saltar por ti, así que espero que esta tarde no estés con gripe. – Dijo mientras se daba la vuelta y se alejaba. Qué pija podía llegar a ser. Caminaba como una modelo de pasarela, eso me hacía reír. Uf, menos mal. Ahora podía continuar durmiendo tranquilo. Miré el reloj. 12:30. Todavía era pronto, faltaba 1h y media para las 14:00. Me puse el despertador, apagué la tele y cerré los ojos.
***
Que fuerte. A saber lo que estará haciendo en su casa. Y yo haciendo exámenes y dando clase! Que morro que tiene!
Esta tarde me va a oír. Estaba caminado hacia es instituto cuando de repente noté como alguien me pisaba los talones. Me di la vuelta, pero no había nadie. Continué caminando a paso ligero, tenía la necesidad urgente de llegar a mi instituto lo antes posible, hasta que no pude aguantar más y me di la vuelta de nuevo. Ahí estaba, plantado a unos quince metros de mí. Fedro.
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Leyre García
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Leyre García
Ya he leído el capi y me ha encantado!!
ResponderEliminarme ha gustado que te hayas centrado en Eric y Eryel ^^ aunque espero que Lauren vuelva pronto también! ahhhh pero lo de las sendras ha sido horrible pobre Eryel xD a mí me pasa eso y me pondría a correr y chillar como un loco! yo no me habría quedado quieto xD
y ahh tus finales siempre me dejan con ganas de leer más... quién será Fedro?? :O
un saludico y ánimo, la historia cada vez es más interesante ^^
GENIAAAL!!!!!!!
ResponderEliminarCon ganas de más!!! Las sendras me han dado mucho asquillo xD Menos mal que Eric se ha deshecho de ellas!!! Nuestro salvador!!
Estoy ansiosa por saber cómo continua y cómo se va a desarrollar la historia con Eric y qué va a pasar con Lauren!
Y por supuesto con Irene!!
ÁNIMO!!!
Leyre en una palabra: Ahhhhhhhh!!!!
ResponderEliminarEs increible jajaja, y la cabaña es genial y mejor aun que sea una pricesa xD
La historia de Eric y Eriel se esta poniendo interesante haber que pasa dentro de poco...jajaja :) (L)
me encanta! ^^ aunque en la parte que aparecian las sendras lo he pasado mal porque yo tengo fobia a las arañas, pero por lo demas me encanta! sigue así! y pasatelo genial en cambridge! :) un beso!
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